martes, 19 de julio de 2022

La cultura de la desigualdad

Foros

En Costa Rica se ha hecho normal la fragmentación social, en la que unos tienen muchos recursos y otros apenas para la supervivencia

Por Julio Solís Moreira

8 de julio 2022, 8:11 PM

La Costa Rica del 2022 se vislumbra atravesada por múltiples incertidumbres. Impera una sensación de bloqueo institucional, en la cual cada parte de la organización social está urgida de respuestas adaptativas y nuevos cursos de acción. Las respuestas institucionales son el recorte de gastos operativos en momento de problemas de inflación, tipo de cambio al alza, desempleo y subempleo, entre otros factores.

Las principales problemáticas las sufren los grupos en riesgo, entre ellos, los hogares en pobreza extrema, los hogares pobres, los hogares vulnerables y los hogares en asentamientos informales y en situación de segregación sociohabitacional. Estos últimos son de sumo interés, pues son el reflejo de una cultura de la desigualdad social.

En las últimas dos décadas, la pobreza en Costa Rica se ha mantenido cercana al 20%. La evidencia muestra cómo entre el 2015 y el 2016 salieron de la pobreza un 9,15% de los hogares; mientras otro 7,79% volvió a entrar. Cada dos años se registra una tercera parte de los hogares costarricenses en situación de pobreza. Otra evidencia contundente refleja que 1 de cada 3 niños y adolescentes (un 33,52%) vive en condición de pobreza.



Paralelamente, solo 1 de cada 2 adultos jóvenes pudo conseguir empleo (al 2020 la tasa de desempleo juvenil alcanzó el 47,4%). Observado lo anterior, en el marco de la crisis surgida por los efectos de las medidas para controlar la pandemia de la covid-19, se advierte cómo, durante el año 2020, la pobreza llegó al 26,2%. Del 2019 al 2020, los ingresos de los hogares disminuyeron en un 12,2%. Durante el 2021, las personas en situación de pobreza reflejaron las siguientes condiciones: a) un 78,5%tenía un empleo informal, b) el ingreso per cápita de los hogares en pobreza fue elequivalente a ¢65.872, c) un 26% de las personas no estaban aseguradas y d) un 30,2% de estos hogares no tenían servicio de internet.

Conforme se restringe el análisis a las escalas mínimas territoriales, del cantón al distrito y luego al barrio, las vulnerabilidades tienden a concentrarse, debido a una mayor densidad poblacional, hacinamiento y acumulación de desventajas en los denominados asentamientos informales, lugares donde viven unas 228.036 personas, equivalentes a 75.328 hogares.

Muchos de esos asentamientos son urbanos, es decir, se encuentran en las ciudades donde está concentrada la mayor cantidad de población. Por ejemplo, en 10 distritos deSan José con altas vulnerabilidades se acumularon el 28,6% de los casos positivos de covid-19 entre la población de 0 a 19 años desde el inicio de la pandemia hasta el 5 desetiembre del 2020.

En los asentamientos informales aumenta, de manera considerable, el porcentaje de viviendas en mal estado y en tugurio, hay mayor incidencia de homicidios, mayor rezago escolar, disminuyen los años de educación media, hay mayor porcentaje de viviendas conhacinamiento según dormitorios, entre otros indicadores.

Lo argumentado refleja una cultura de la desigualdad, en la cual se ha hecho normal la fragmentación social en la que unos tienen muchos recursos y otros muy pocos (apenas para la supervivencia).

Tal contexto tiene consecuencias sociales y refleja una crisis sistémica a escala urbana en un escenario de fragilidad espacial y “guetificación” urbana, con impactos a mediano plazo en ámbitos como la cohesión social, el acceso equitativo a los servicios públicos urbanos (mobiliario, áreas comunes y espacios públicos), así como un aumento de laconflictividad y la violencia urbana; también, hay efectos en la participación ante un escenario de privación y desesperanza en zonas donde el Estado está ausente.

Si se orienta la reflexión hacia la acción, se encuentran significativas dificultades para poner en práctica la política pública, que obliga a un gobierno eficaz a la focalización, la ejecución de políticas públicas basadas en evidencia, el aumento del gasto operativo parael trabajo a escala territorial y barrial, así como al acompañamiento de las poblaciones mediante facilitadores locales para unirse a los habitantes en la construcción de proyectos comunes y facilitar el asociacionismo local.

jsolis@idis.org.in

El autor es sociólogo e investigador.

Publicado en:

La Nación: La cultura de la desigualdad | La Nación (nacion.com)

CICDE-UNED: Crisis sistémica, desigualdad y fragmentación urbana en Costa Rica (uned.ac.cr)


miércoles, 14 de octubre de 2020

Tensión social y COVID-19

La tensión social y la coyuntura que atraviesa el país pasa una enorme factura tanto a nivel nacional como internacional. La falta de diálogo, las manifestaciones y enfrentamientos en la  calles, así como el estrés por la pandemia crean un cóctel que reventó en efervescencia social en las últimas dos semanas. De la mano de 3 expertos, analizamos las consecuencias de estos hechos. 

Julio Solís - Sociólogo 

TENSIÓN SOCIAL

 

Para el sociólogo Julio Solís, existe un cruce de fuerzas entre quienes se manifiestan y la propia resistencia al diálogo de parte del gobierno.

“Al radicalizarse la oposición y no haber una posición de diálogo, los grupos tratan de ejercer más fuerza, se vuelven más reaccionarios y no se comprende que se debe conversar para salir de la crisis.

El problema es que algunos no se sienten representados, aun en la diversidad y eso se muestra en la gran cantidad de grupos que se manifiestan”, dijo el experto.

Para Solís, es urgente que se busque integrar a la mesa de diálogo a todos los actores, para evitar daños en el tejido social costarricense.

“Lo que sucedió es lamentable, ver como quedaron las inmediaciones de Casa Presidencial porque en manifestaciones que ha habido no se había visto algo de esa manera. Lo que hay que entender es que se debe generar un tipo de disuasión del conflicto y evitar que pase a alguien herido de gravedad.

Para el sociólogo, la idea de que se eleven los ánimos al punto de un conflicto armado que termine en un golpe de Estado, puede ser algo que aún está distante.

“Un golpe de Estado no es algo que veo como posibilidad por el bien institucional y porque el país tiene una cultura democrática grande, es solo un grupo el que llama al caos y eso es una irresponsabilidad porque lo que se requiere es el diálogo”, explicó.

Diversos factores que se acrecentaron durante la pandemia también influyen en que la tensión social aumente, principalmente cuando se juntan en medio de las protestas.

“En términos sociales hay un alto desempleo y la búsqueda de formas de sobrevivir, se necesita reactivar la labor pública para ayudar a contener a quienes se sienten agobiados y excluidos en medio de la crisis. Hay un ambiente de incertidumbre y el gobierno debe dar señales del camino que tenemos que tomar, si no perderá legitimidad”, concluyó.

 

CRISIS ECONÓMICA SE AGRAVA

 

Para el economista Leiner Vargas, la zozobra que se vive en las regiones alejadas del Área Metropolitana se juntó con la crisis que se vive en las zonas más urbanizadas.

“Estas manifestaciones han sido en la “Costa Pobre”, la afectación es importante, de varios millones de dólares, como en los sectores agrícolas porque los movimientos conocen los puntos débiles del sistema de carga del país, las zonas principales de tránsito. Hay un efecto importante en el turismo y la imagen país está bastante deteriorada”, comentó.

El experto considera necesario buscar una pronta solución, ya que la inestabilidad podría afectar las inversiones que se encuentran en el país, creando un mayor problema económico.

“Si no se resuelve el problema en los próximos días, la pérdida puede tener consecuencias graves, peor aún si hay pérdida de vidas porque eso impactaría al punto de que las inversiones que hay en el país se fundamentan en la estabilidad y paz del país. En los últimos años se hizo mofa de lo que sucede en Nicaragua o Venezuela y lo que se vio ayer, no dista de esa realidad”, dijo.

Para Vargas, es preciso que también se tomen medidas que impulsen la producción y solventen la capacidad de pago, ya que los bonos del país pierden competitividad a nivel internacional.

“Se está cerca de que los bonos se conviertan en “bonos basura”, ahorita estamos en -2, la evaluación de la deuda tiene que ver con el potencial y la capacidad de pago. Más allá del manejo de la coyuntura, esto no contribuye al ánimo del costarricense que quiere volver a reactivar y abrir, requiere de más tranquilidad, que haya paz social, principalmente por la efervescencia tras los altos números de desempleo”, expresó.

Finalmente, el economista determina que existen debilidades en el llamado al diálogo multisectorial que hizo el gobierno, que pueden tener consecuencias en la toma de decisiones.

“Hay dos falencias del llamado de negociación, se deben separar los temas, lo fiscal y la reactivación deben estar juntos, uno afecta al otro y viceversa, no se puede planear una reactivación si a los sectores productivos se les dan impuestos y se equivoca con sacar de la mesa al presidente del Banco Central, es necesario que la política monetaria participe del proceso, si el BCCR no está pareciera que hay una agenda oculta detrás”, finalizó Vargas. 


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lunes, 5 de octubre de 2020

"Si no hay diálogo puede ser más grave la crisis social" Opina sociólogo Julio Solís

Las manifestaciones de este fin de semana dejaron como saldo, heridos, enfrentamientos y tensión social.

"Se necesita de un verdadero diálogo, la gente está tensa por la pandemia y ahora se suma la crisis económica y social" analiza el sociólogo Julio Solís.

El experto considera que la presión que tiene la sociedad en medio de un contexto complicado por el desempleo y la falta de diálogo de parte del gobierno, hace que la gente reaccione al punto de manifestarse.

Las personas que se están manifestando ven que la tasa de contagios del Covid-19 baja y que debería de existir mayor apertura, es un estira y encoje entre el gobierno y la sociedad, es un sentimiento de no tener control de la situación, al no poder moverse y en este caso tampoco está dispuesto ante un gobierno que se contradice”, comenta el sociólogo.

Solís considera que no pensaría en posibles actos de represión como los ocurridos en Venezuela o Nicaragua, a menos de que la mesa de diálogo nunca se establezca.

En Costa Rica hasta cierto punto hay un escenario institucional importante, el problema es que el gobierno no está dispuesto a negociar con ciertos sectores. Debe abrir una mesa de diálogo, lo quiera o no, pero no se puede gobernar sobre la base de lo que quieran y desean, se esperaría que el gobierno no llegue a un punto de represión, a menos de que sea necio y no quiera dialogar”, explicó Solís.

Las protestas contra el gobierno en todo el país cumplen una semana

La crisis que atravesaba el país antes y ahora durante la pandemia, también se suma como un factor de tensión social, donde la efervescencia, y los ánimos caldeados se vuelven en protagonistas de las protestas.

Son muchos meses de incertidumbre en medio del desempleo, la pandemia, los cierres y la afectación a las actividades económicas, son presiones que tensan a la sociedad. Desde el inicio de la pandemia el pueblo se estresó demasiado y eso se une a los problemas de movilidad, las restricciones, la subida del dólar y eso impacta directamente en la forma en cómo actúa la sociedad”.

Solís menciona que es necesario que el diálogo se haga presente pronto, ya que la situación se puede complicar y agravar los enfrentamientos. Considera que entre más organizados estén los movimientos de protesta, más fuertes se vuelven y el gobierno buscaría responder de una manera más autoritaria, e insiste en que todavía se está a tiempo para negociar.

viernes, 27 de marzo de 2020

La razón científica frente al populismo en tiempos del Coronavirus

Julio Solís Moreira [1]

En situaciones críticas emergen matices y aspectos positivos. La humanidad al estar enfrentada a situaciones límite ha encontrado, en incontables ocasiones, respuestas para salir adelante. Esta vez no será diferente, y la ventana de oportunidad nos puede llevar a tiempos de grandes posibilidades y nuevas respuestas para replantear la naturaleza de las cuestiones humanas, los vínculos, las subjetividades, el Estado y el gobierno, el mercado, y el rol de la tecnología.

Llevamos muchos años en los que el ruido de las olas conservadoras y las agendas populistas se han ido imponiendo a las razones, han sido tiempos de pocas posibilidades para el desarrollo social, para el sostenimiento en los gastos en salud y en educación, para el bienestar social en general.

Detrás de esas agendas reaccionarias, estaban en apariencia “ocultos y desprestigiados” muchos saberes útiles y logros históricos de la humanidad, disminuidos en importancia por algunos discursos del poder que han asolado al mundo orientándonos hacia la desigualdad rampante, la exclusión y la vulneración de los derechos de la mayoría.

Así en las últimas semanas ha vuelto a tener protagonismo, la potencia positiva que tiene la ciencia y su rol en el mundo moderno. De esa forma, la comunidad científica se ha abocado anónimamente, de manera generosa y con entusiasmo, a comprender y dar respuestas a un evento pandémico que se vislumbra como un punto de posible cambio de época.

En esta coyuntura, ha indicado acertadamente Manuel Castells:

“Ahora nos damos cuenta de la importancia de la ciencia y la tecnología para protegernos como especie de los desastres que nosotros mismos hemos generado”
El mundo está expectante a las noticias que pueden surgir para su propio bien, su autoconservación y certidumbre psíquica; y para ello, no han faltado las informaciones, los artículos, las bases de datos abiertas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), los datos en Tableau, el uso de los Sistemas de Información Geográfica, las grandes bases de datos en tiempo real, los Barómetros de información, las Gráficas actualizadas en tiempo real, los mapas de evolución en el tiempo, todas formas de representación del mundo buscando ordenar el caos y la complejidad mediante métodos como el Big Data, la Inteligencia Artificial (AI), la cibernética, la Ciencia de Datos (Data Science), cuya finalidad está orientada a la acción y a nuestra propia supervivencia.

De la misma forma las comunidades científicas en sus múltiples denominaciones han estado buscando explicaciones, investigando curas y encontrando razones. En la práctica vemos en el día a día el sacrificio mundial del personal médico extenuado y expuesto a la enfermedad. También se ha fomentado el debate y la crítica intelectual desde diversas perspectivas: AgambenMike DavisByung-Chul HanChomskyŽižekCastellsYuval Noah HarariBadiou. Todos esos autores repensando, proyectando e imaginando para bien o para mal un mundo post-Coronavirus.

Esa renovación de la razón lo ha sido bajo un régimen de necesidad (enfermedad)[2] y se ha encontrado con un obstáculo muy actual, como es, la emergencia de los populismos, basados en las más bajas pasiones: la apuesta por las soluciones sencillas, las opiniones, los fanatismos religiosos, los negacionismos, las soluciones radicales (de izquierdas y de derechas), las apologías de la desigualdad, los nacionalismos, entre muchísimas otras características.

En este contexto de crisis, la retórica populista emerge simplificando el evento y sus consecuencias, a modo de una política oscurantista enfrentada e interpelada por una cuestión compleja como es el COVID-19. Se observa como algunas de las elites políticas y sus caras visibles en los distintos gobiernos —Estados UnidosBrasilInglaterraNicaraguaMéxico— han puesto en duda la seriedad de los acontecimientos.

Tal situación, de simplificación, negacionismo, falta de conocimiento e inercia burocrática, en el peor de los escenarios, podría retrasar las capacidades para atender estratégicamente la crisis y la subsecuente afectación en la vida de las poblaciones y los sistemas de salud. El escenario dispuesto estará por verse en las próximas semanas.

La retórica populista enfrentada a los hechos y a los datos, ha tenido que cambiar de opinión y de acciones en muchos países. Se toma conciencia de la existencia de una situación de excepción por un cálculo de riesgo político, luego del riesgo económico y social, y la posterior obligación a escuchar la voz experta (científica) para la protección de las personas en riesgo.

Finalmente, esta coyuntura evidenció que, en los momentos donde la vida de la mayoría y de las propias élites se ve en peligro, ahí los grandes intereses se rinden “noblemente” ante el Estado, la ciencia y la razón.



[1] Sociólogo e investigador. Integrante del Grupo de Trabajo CLACSO Violencias, políticas de seguridad y resistencias. Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo (CICDE), Costa Rica.
[2] “No se trata de una comedia, es una necesidad impuesta por la difusión de un proceso mortal que cruza la naturaleza (de ahí el papel eminente de los científicos en este asunto) y del orden social (de ahí la intervención autoritaria, y ella no puede ser otra cosa, del Estado).” Badiou