domingo, 10 de abril de 2011

Lo urbano, un sentir humano…

Si hay espacio para la duda, es la duda que se percibe cuando se camina por las avenidas y bulevares de una ciudad, donde las más diversas personas se encuentran en un “no encuentro”. Y claro, ¡no tocar!, ya que las miradas son efímeras y a veces sugerentes, las conversaciones se convierten en acontecimientos extraordinarios de un espacio que cambia segundo a segundo y en el que nunca se profundizan los vínculos.

En lo urbano la vida pasa por la vigilancia de un recorrido, uno que tiene una cualidad, es un recorrido a veces con olor dulce, en otras repugnante, es un estilo y una forma de vida compenetrada en la gente, gente ambulante, inconstante y extraña.

"Lo puramente urbano" se manifiesta en un espacio de existencia, vibrante, bullicioso, lleno de historias que se meten dentro de la epidermis de sus ciudadanos; en momentos y gestos únicos, que le dan sentido al acelerado espasmo cotidiano del yo.

En la ciudad el color de la noche se agita cuando se desprenden las estrellas artificiales. Lo extraño se transforma en vida, una vida, que se estremece en la oscuridad, una calma efímera, con un desenlace, “la vida siempre es liquida en lo urbano”, fluye al amanecer en transeúntes, unos y otros apilados como desamparados, expulsados por las entrañas de los monstruos habitacionales; unos hacia sus labores diarias y otros con rumbos desconocidos, rumbos por los que nadie se pregunta, porque la seguridad de saber sobre esas vidas es un peso que nadie quiere cargar.

Lo urbano, un sentir humano irradiado de un olvido relajante, un espacio de juicios y prejuicios, últimos que no importan, por eso y claro, ¡¡no tocar!!, no preguntar, el espacio no es personal y la comunicación no se hace emotiva…

Julio Solís Moreira
Sociólogo e investigador
10/4/11 

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